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Vie Feb 09, 2018 4:38 pm
El Génesis:
 
En el principio, solo existía Caos. Un caos lleno de posibilidades, infinito.
 
Dentro de ese Caos, habitaban los primeros seres que se tendrían registro, los creadores y padres de todo, Los Primordiales.
 
Los Primordiales estaban en guerra con el Caos, y contra las criaturas infinitas y sin forma que lo componían. Esta guerra se llevo a cabo por Eones, imposibles de contar para ningún mortal. Así era la existencia en el principio de todo.
 
Pasado el tiempo, Los Primordiales, extenuados de la constante batalla contra sus enemigos, decidieron crear un Santuario para ellos mismos. Un lugar donde pudieran descansar de los horrores de la masacre, y que fuera su "patio de juegos" para relajarse. Juntando sus enormes poderes, crearon un paraíso en el medio del Caos. Así nació la Creación.
 
La Creación no era nada más que un ancla en una dimensión cambiante. Los Primordiales la hicieron con un diseño sencillo. Un mundo totalmente plano, en los cuales cada punto cardinal colisionaba con un tipo de elemento.
 
En el Norte era el Viento. Al sur estaba el Fuego. Al este, la Madera con sus frondosos bosques. Y dirigiéndose al Oeste, solo Agua era lo que se divisaba hasta morir de hambruna.
 
En el centro de La Creación, ataron el elemento Tierra, para darle estabilidad en un mundo de Caos.
 
En esta tierra no existían animales ni humanos. Era simplemente un jardín de relajación para los Primordiales.
 
Así pasó el tiempo, y Los Primordiales continuaron su guerra contra el Caos, viniendo a descansar aquí cuando lo necesitaban.
 
El nacimiento de los Dioses
Con el pasar del tiempo, Los Primordiales se vieron agobiados por las tareas de pelear contra el Caos y el mantenimiento de la Creación.
 
Fue entonces cuando decidieron crear súbditos que los sirvieran para cuidar de su jardín personal durante su ausencia. Estos fueron los Dioses.
 
Rápidamente los Dioses tomaron su obligación de vigilar la Creación. Y por un tiempo estuvo todo bien.
 
Durante las ausencias de los Primordiales, los Dioses decidieron crear animales para su entretenimiento. Y posteriormente crearon humanos, los cuales veían con especial curiosidad.
 
Al regreso de los Primordiales, estos vieron también a los Humanos con curiosidad, y los usaron como juguetes a su antojo, haciéndoles pasar tanto buenos como malos momentos.
 
Así era la vida de los primeros humanos, sujetos a los caprichos de seres de inconmensurable poder.
 
Por su parte, los Dioses empezaron a estar en desacuerdo con el yugo de los Primordiales, de ser sus esclavos. Claro, no podían hacer nada, porque cuando fueron creados Los Primordiales los ataron a serles absolutamente leales.
 
Entonces fue ahí donde empezó el plan de los Dioses.
 
El Plan de los Dioses y los primeros Exaltados:
Al estar atados frente al yugo de los Primordiales, los Dioses idearon un arriesgado plan. Le darían parte de su poder a humanos de excepcional destino y habilidades, que no estaban atados por los juramentos de lealtad a nadie, y los volverían sus campeones frente a los Primordiales.
 
Con ese objetivo fueron creadas las Exaltaciones.
 
Las Exaltaciones eran partes independientes y vivas del poder de los Dioses, y eran unidas a la misma alma de los portadores, haciendo imposible que incluso los Primordiales pudieran arrebatarles el poder a los mortales.
 
Así nacieron los primeros Exaltados, y empezó el preparativo para la guerra contra los Primordiales.
 
Hubo varios Dioses que se unieron para este plan, entre ellos estaban los siguientes:
 
El Sol Inconquistable, máximo patrono de la Creación y el mejor guerrero de la misma. El otorgo la Exaltación a los Solares, como serian llamados. Los más poderosos de los Exaltados.
 
Selene, La Luna. Madre de los Exaltados Lunares, los segundos más poderosos guerreros exaltados, y los protectores del cambio en la Creación.
 
Las Cinco Hermanas. Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno.
Cada una con un camino en especial. Ellas otorgaron el poder a los Exaltados Siderales, los burócratas y administradores del destino y el orden de la Creación. Además de ser los puentes entre el poder Celestial y la Creación.
 
Y finalmente, los Sangre de Dragón. Los más débiles solos, pero los más numerosos en existencia. Ungidos por el poder de los Cinco Dragones Elementales, los mayores elementales de la Creación. A pesar de ser tan débiles, los Sangre de Dragón son los únicos en poder pasar su poder en su descendencia.
 
Además de estos Dioses, también se unieron a la batalla dos Primordiales. Gaia, Madre de todas las cosas vivas y protectora de ellas; y Autochthon, El Ingeniero y mayor creador de la Creación. Ambos prestaron su ayuda a la guerra contra sus hermanos.
 
Todo esto fue llevado a cabo, con el objetivo de la llegada de los Primordiales, y su derrota.
 
Así empezó la Guerra de los Dioses.
 
La Guerra de los Dioses. 
Cuando los Primordiales llegaron a la Creación, cansados por las batallas en el Caos, tuvieron una de las mayores sorpresas de su existencia. Durante su ausencia, los Dioses habían levantado un ejército de humanos con poderes cuasi-divinos, entrenados en amplia cantidad de Artes de Guerra, y equipados incluso por armas y equipo dados por uno de sus mismos hermanos, Autochthon, El Ingeniero.
 
Envueltos en furia por la traición que presenciaban, les demandaron a los Dioses que rindieran a sus fuerzas, y que dejaran esa idiota idea. Pero los Dioses estaban complacidos de su plan. Los humanos, al ser tan inferiores a los Dioses, e incluso aun mas a los Primordiales, nunca fueron tomados en cuenta para un juramento de Lealtad, así que no se la debían a nadie. Incluso a las mismos Dioses, sus patronos.
 
La guerra fue cruenta, y muchos exaltados y maravillas se perdieron. Con cada muerte de un exaltado celestial, su poder reencarnaba en otro humano de destino heroico, dando lugar a un nuevo guerrero.
 
Así se llevo a cabo la guerra, y finalmente, los Primordiales, amos de la Creación, y seres aun más poderosos que los Dioses, cayeron frente a los Exaltados.
 
Muchos Primordiales murieron, maldiciendo a los Exaltados con un maleficio de enorme fuerza, y hundiéndose en la oscuridad, y formando otra dimensión paralela y gélida, donde solo habitan los muertos y los espíritus.
 
Otros se rindieron frente a la ola de Exaltados que se erigía frente a ellos. Fueron obligados a tomar votos de lealtad con los Dioses, y luego fueron encerrados en una dimensión prisión que fue hecha con el cuerpo de su mayor guerrero y líder, Malfeas.
 
Así, los Dioses pasaron a tomar todo el poder en la Creación.
 
Y empezó la Primera Era...
 
La Primera Era:
 
En este punto, la trama se separa en tres partes.
 
En la Creación:
 
Después de la Guerra contra los Primordiales, los Dioses se retiraron a Yu-Shan, Ciudad Celestial, y se dedicaron a los juegos divinos. Como recompensa por su batalla y victoria frente a los Primordiales, dejaron encargados a los Exaltados de la Creación.
 
Por su parte,  Autochthon abandono la Creación al ver la destrucción que se había llevado a cabo, eligiendo hacer su propio mundo a su propio diseño. Gaia también se retiro de los asuntos de la Creación, pero siempre se mantuvo cercana por su apego a todo lo vivo.
 
Así arranco la Primera Era, una época de maravillas que nunca volverán a ser vistas, y de personajes ejemplares.
 
Los Exaltados se dividieron los trabajos para su organización como regentes de la Creación.
 
Los Solares se volvieron los Reyes Lideres de todas las razas. Sabios, justos, hermosos y poderosos, Traían la dicha a todo lugar que llegaran sus manos.
 
Los Lunares, lugartenientes de los Solares, estaban encargados del cambio, de mantener un orden en la Creación, y de hacer que todo fluyera en correcta forma.
 
Los Siderales se dedicaron más a mantener las relaciones con los Dioses, al planeamiento de la correcta evolución de la Era, y al adiestramiento y cultura.
 
Por último, los Sangre de Dragón se volvieron los soldados de los ejércitos Exaltados, siendo privilegiados por su fuerza y poderes.
 
Todo fue bien durante un tiempo, al menos así parecía.
 
En el Inframundo.
 
Las almas de los Primordiales asesinados se hundieron en la oscuridad, arrastrando a las almas de los muertos con ellos, y rompiendo el ciclo de reencarnación que tenían las almas en la Creación.
 
Algo tan poderoso, que ni siquiera nació, nunca realmente muere. Aun consientes, pero carentes de vida, los Primordiales Caídos tomaron el nombre de "Nunca Nacidos", y tuvieron una idea. Llevarían a la Creación el regalo de la Muerte, y necesitarían vasallos para sus propósitos.
 
Eligiendo de las almas poderosas que había en el Inframundo, se hicieron de varias de ellas, e intentaron imitar el proceso de los Dioses. No lograron crear Exaltados, ya que era un proceso que necesita seres vivos, y mucha delicadeza. Con su inmenso poder, crearon algo incluso más poderoso y peligroso, pero más atado a sus naturalezas. Crearon Señores de la Muerte, o Deathlords.
 
Los Señores de la Muerte lentamente empezaron a pelear por los territorios del Inframundo, y a llevar a cabo los planes de sus Amos.
 
En Malfeas.
 
Después de ser desterrados de la Creación, por riesgo a que lograran romper sus cadenas de lealtad y se volvieran contra los Dioses, los Primordiales fueron atrapados en la prisión viva que era el cuerpo de su propio líder, Malfeas.
 
Allí, los Primordiales sufrieron rabia, odio, y tristeza, volviéndose lentamente locos y corruptos. Fue así como dejaron de ser Primordiales, y se nombraron a sí mismos Yozis.
 
Estos seres empezaron convivir y crear razas de demonios, representaciones de su misma esencia, para ocupar el espacio que ahora era su prisión.
 
Así comenzó el Infierno de Malfeas.
 
La caída de los Exaltados Solares.
La Primera Era fue una época de enorme belleza, una luz cegadora de perfección de cómo debería ser la vida en la Creación para el Hombre. Pero entre más grande es la luz de un hombre, más grande es su sombra.
 
Los Solares eran Reyes de toda la Creación e hicieron grandes cosas sin duda.
 
Con el apoyo de los Dioses y su tecnología, mejoraron las vidas de ellos y de todos los humanos, mantuvieron a raya las fuerzas del Caos, expandieron los límites de la Creación, y trajeron prosperidad y paz.
 
Claro, eso fue antes de que la maldición de los Primordiales Caídos surtiera su amargo efecto.
 
Los Solares se vieron corrompidos, impotentes de controlar sus propios impulsos. Algunos se volvieron sádicos, torturadores, violadores y asesinos. Otros simplemente perdieron la razón, incapaces de controlar sus acciones frente a ciertos estímulos que los llevaban fuera de sí.
 
Con semejante poder, siguieron haciendo grandes cosas. Hundieron continentes, mataron naciones, y quemaron ciudades con solo el capricho de por medio.
 
Se habían vuelto el peor mal de toda la Creación, incluso peores que aquellos que habían combatido.
 
Así, los Siderales vieron al futuro, y vieron dos salidas. Un mundo con los Solares, que podía tanto salvarse como destruirse totalmente, o un mundo sin ellos, donde todo era más simple, pero más estable. Tuvieron que tomar una decisión, el complot se llevo a cabo.
 
Durante un banquete en honor a los Exaltados Solares, las Hordas de Sangre de Dragón manejadas por los Siderales cayeron con toda su fuerza. Muchos Solares y Lunares murieron, muchos siguieron peleando hasta más no poder.
 
En un abrir y cerrar de ojos, otra vez el mundo estaba en guerra, una guerra donde peleaban los mismos Semi Dioses que habían sido compañeros. Para evitar la reencarnación de los Solares asesinados, los Siderales construyeron una inmensa prisión hecha de uno de los metales más preciosos y poderosos de la Creación.
 
Hicieron la Prisión de Jade. Este aparato atrapaba las exaltaciones solares que quedaban libres a la muerte de sus dueños, y las atrapaba por la eternidad.
 
La batalla fue cruenta, pero los vencedores fueron las Fuerzas Sangre de Dragón, y los Siderales que las dirigían.
 
Una vez más, el mundo caía en la oscuridad y el desorden. La Prisión de Jade fue escondida en el mar, y custodiada por poderosas artefactos para evitar el regreso de los Solares.
 
El Shogunato:
 
Después de la caída de los Solares, los Exaltados restantes tomaron diferentes direcciones.
 
Los Lunares, Segundos al mando de la Creación, tuvieron muchos destinos. Algunos murieron defendiendo a sus compañeros Solares, otros huyeron y se escondieron en los límites de la Creación, el Caos, donde la realidad pierde todo su sentido.
 
Los Siderales, ahora a cargo tras bastidores de dirigir la Creación, se escondieron en las sombras y empezaron a maquinar y armar un nuevo mundo.
 
Este no sería tan asombroso como el anterior, pero si más estable.
 
Por último, los Sangre de Dragón, ahora señores visibles de toda la Creación, cambiaron la historia y pusieron a los Solares y Lunares como monstruos carniceros y asesinos. Los llamaron Anatemas. Y cualquiera que haya vivido durante el reinado de los Solares estaría contento con esa definición.
 
Así pasó el tiempo, y los Sangre de Dragón empezaron a olvidar las razones de su lucha. La gran cantidad de tierras, y el gran numero de ejércitos, llevo a una lucha de Señores de la Guerra, llamados Shogunes. Estos Señores, lucharon incansablemente por apoderarse de las reliquias de la Primera Era, o al menos las que aun funcionaban. Estas eran objetos preciados, y/o armas de gran capacidad.
 
Nuevamente la guerra se extendió por la Creación, y el tiempo siguió su curso. Fue en esta época donde se dio el Gran Contagio y la Invasión de la Buena Gente.
 
El Gran Contagio y la Invasión de la Buena Gente.
 
Durante la época del Shogunato, y por la caída de los Exaltados Solares, las defensas contra el Caos fueron terriblemente debilitadas.
 
El avance del Caos arranco primero sobre las tierras tomadas de los bordes del mundo, que los mismos Solares habían conseguido y mantenido con su prodigiosa tecnología. Grandes extensiones fueron tragadas por la nada sin forma, y luego le llego el turno a la Creación misma.
 
Al llegar a la Creación, se aprecio por primera vez un ser que era el antiguo enemigo de los Primordiales, y luego de los Exaltados de cualquier clase. Se hacía llamar Buena Gente.
 
La Buena Gente era, o debería decir es, representación del Caos mismo, con forma física. Ellos desprecian su forma física, aunque suele ser hermosa. Son ideas, sentimientos, con un cuerpo, que no siempre es de forma humana, pero si humanoide. Pueden tener alas, colas, patas de animales, incluso formas aun más bizarras e increíbles.
 
Al ver las defensas debilitadas, las Hordas de la Buena Gente entraron a raudales en la Creación, raptando, matando, y robando todo lo que encontraban a su paso. Los Shogunes que tenían que sufrir con sus ataques hacían lo que podían, pero sin una unión entre ellos, rápidamente perdían terreno contra estos seres.
 
A su vez, y sin explicación aparente, una terrible y potente enfermedad se esparció en la Creación. Se la conoció como el Gran Contagio. Nueve de cada diez personas, sin importar si eran exaltados o no, murieron a causa de esta enfermedad, incluso provocando más muertes que las guerras de Shogunes y la Invasión combinadas.
 
Fue una época oscura y de muerte. Pero todo seria salvado solo por una mujer.
 
La Aparición de la Emperatriz Escarlata
 
Claro, durante ese tiempo, aun no era conocida por ese nombre. La Emperatriz, en aquella época, era solo un oficial de gran capacidad, y con una ambición más grande y profunda que el mar.
 
 Contemplando la devastación que la Invasión y la Peste llevaban a la gente, ella tomo una de las jugadas más arriesgadas de la guerra. Completamente sola, entro al Santuario que controlaba las defensas creadas por los Solares contra el Caos. Nunca nadie había logrado salir con vida, ni siquiera salir, y aun menos activar los armamentos. Pero ella lo hizo, e hizo retroceder a la Buena Gente de todos los puntos de la Creación, con el poder de estas armas.
 
La Invasión había terminado, y el Contagio, tan misteriosamente como empezó, termino desapareciendo junto con la Buena Gente.
 
Así, la Oficial que había salvado toda la Creación, fue adorada como una Diosa, y construyo un Imperio basado en su Imagen, con una religión que adorara a los Sangre de Dragón como los héroes elegidos y salvadores del mundo.
 
El Imperio Escarlata
 
De la fundación del Imperio ya han pasado 770 años.
 
La Emperatriz aun es la regente de toda la Creación, desde su trono en la Isla Bendita, y aun mantiene la juventud que tenía en la época que activo las defensas, cosa que es muy extraño porque los Sangre de Dragón usualmente no viven más de 300 años. Corren extraños rumores que dicen que la Emperatriz captura todo Anatema que puede, para usarlo como sacrificio en rituales que la mantienen joven.
 
El Imperio está compuesto por 11 casas, cada una fundada por un amante de la Emperatriz con el que ella se ha encariñado. Estas casas tienen obligaciones y reputación dentro de las cortes, y las traiciones y complots están a la orden del día.
 
El ejercito del Imperio es el más grande y poderoso de toda la Creación. Está compuesto por 37 legiones, de las cuales la más Infame es la Legión del Pis Rojo. Ellos se encargan de la protección del Imperio, tanto en tierra como en mar, y de destruir los brotes rebeldes que se dan en las tierras continentales.
 
La Orden Inmaculada es la religión oficial del Imperio, y por lo tanto de toda la Creación. Sus creencias estipulan que los Sangre de Dragón son Dioses en la tierra, y que todos pueden llegar a exaltar si llevan sus vidas correctamente, siendo recompensados en la siguiente.
 
La burocracia es llevada a cabo por las Mil Escamas, el poder gubernamental del Imperio, y estos a su vez son vigilados por El Ojo Que Todo Lo Ve, una organización de anticorrupción y espionaje que se mueve por orden de la Emperatriz.
 
Las tierras del Imperio son toda la Isla Bendita, y algunas Satrapía en las costas continentales. El resto es tierra libre, con sus propias culturas, religiones, creencias e idiomas.
 
La Liberación de las Exaltaciones y el Regreso de los Solares.
 
Durante la época del Imperio, pocas cosas salieron de control. Los ejércitos aplastaban los focos rebeldes, La Cacería del Caos mataba a los Anatemas antes de que pudieran incluso respirar, los monstruos y seres sobrenaturales estaban a raya por la Orden Inmaculada. Todo estaba moderadamente ordenado.
 
Claro, no todo podía permanecer así.
 
En el Malfeas, el Dragón de Ébano, maquino un plan para finalmente liberarse de la prisión donde los Dioses los habían enviado. Y lo más hermoso de todo, usaría los mismos campeones de los Dioses para liberarlos. El Dragón de Ébano hablo con sus hermanos Yozis, y cuatro más se unieron a su causa. Malfeas, Ceceline, Ella Que Vive En Su Nombre, y Ardojan. Estos cinco Yozis unieron sus fuerzas para romper su prisión.
 
Una vez logrado su unión, los Yozis necesitaban alguien que los pudiera ayudar haciendo actividades en la Creación, así que se contactaron con los No Nacidos. Después de escuchar el plan, estos estuvieron gustosos de ayudar, pero exigieron un precio por su ayuda. Les prometieron dos tercios de su botín a los No Nacidos. Más que suficiente les quedarían a los Yozis para liberarse.
 
Así, los No Nacidos mandaron a sus agentes a la Creación y realizaron lo impensado, encontraron y destruyeron la Prisión de Jade con un inmenso artefacto ideado por el Dragón de Ébano, y construido por los sirvientes de los No Nacidos. Pero el poder bruto de las exaltaciones Solares fue más de lo que podían llegar a imaginar. Tanto incluso, que no pudieron capturar todas, teniendo que conformarse con solo la mitad de ellas.
 
En total, se dice que las exaltaciones Solares eran 300. Los No Nacidos se quedaron con dos tercios de los capturado, 100. Y los Yozis se tendrían que conformar con 50.
 
De esta forma, los Exaltados Solares volvieron a aparecer en el mundo, pero a un gran precio. Los No Nacidos y los Yozis, cada uno corrompió las Exaltaciones Solares con su propia esencia, volviéndolas retorcidas replicas de los Campeones del Sol. Estos llegarían a ser conocidos como Caballeros de la Muerte; y Príncipes del Sol Verde o Infernales, respectivamente.
 
Así, tanto los No Nacidos y los Yozis esperaron el momento correcto de usar sus nuevos juguetes. Y el Ebon Dragón sonrió. La primera parte de su plan se había completado...
 
Situación Actual:
 
Ahora, las cosas son algo diferentes.
 
La Emperatriz ha desaparecido. No es anormal que la suma regente de la Creación se tome vacaciones de algunos meses sin avisar. Pero esta vez nadie puede encontrarla desde el periodo de Calibración hace 15 años. Algunos dicen que murió en una magia negra fallida; otros, que está escondida en espera de ver quien intentara hacerse con su poder; algunos dicen que fue asesinada por un Anatema de inmenso poder, porque nada mas tendría la fuerza para pasar sus defensas. Lo cierto es que nadie sabe con seguridad.
 
En su lugar, todas las casas discuten que se debe hacer. Actualmente el poder lo llevan los Senadores, un grupo de políticos elegidos a dedo por la Emperatriz misma, y que han conseguido sus posiciones por manejos políticos y traiciones.
 
En el trono, un Emperador provisorio títere ha sido colocado como figura. En realidad no es que no haya gente deseosa de ocupar el lugar, pero todos temen el regreso de la Emperatriz, y su furia contra su Reemplazo. Además, nunca la Emperatriz nombro un sucesor en caso de que ella algún día faltara.
 
Las 11 Casas maquinan y disputan en favor de sus elegidos, y lentamente todo gira en dirección a una guerra civil entre los nobles del Imperio. Mientras tanto, la rebelión se agita en el Este, y cada vez se tienen más avistamientos de Anatemas por toda la Creación.
 
Nuevamente tiempos oscuros se ciernen sobre el mundo...
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